Título: EL GRUPO DE
LECTURA
Autor: Elizabeth Noble
Traducción: Camila Batlles
Editorial: Roca
Fecha: 2005
Páginas: 573
ISBN
84-96284-73-5

El libro, a pesar de
sus 573 páginas, resulta ameno y de fácil lectura, gracias sobre todo al
predominio del diálogo sobre las descripciones, que brillan por su ausencia, y
gracias al uso de un vocabulario básico, sencillo y cercano, sin ninguna
pretensión estilística elaborada. No llega a ser literatura de alto nivel, entraría más bien en
la categoría de entretenimiento, sin ningún interés desde el punto de vista
literario.
Si bien al principio la
obra despertó mi curiosidad, conforme avanzaba en su lectura la decepción ha
ido en aumento. En realidad fue el título lo que en un primer momento llamó mi atención,
pero mis expectativas no se han cumplido.
Esperaba encontrar una historia donde el argumento girara en torno a un
club de lectura, a su funcionamiento, a su interés y me he topado con una
novela donde la existencia del club sólo es el medio, el eje que estructura la
novela y a través del cual la autora nos acerca a los personajes, por otro
lado, anodinos y totalmente convencionales.
En El grupo de lectura encontramos muchos temas, pero si nos fijamos detenidamente
observamos que todos giran en torno a lo que la autora presupone que interesa a
las lectoras, porque el libro parece estar pensado para un público femenino: la
maternidad, las relaciones de pareja, el aborto, el embarazo en las
adolescentes, el cuidado de nuestros mayores…, “temas muy femeninos” dirán
muchas lectoras, pero en mi opinión éste es precisamente uno de los defectos de
la obra: los temas están tratados desde un punto de vista unilateral como si
sólo existiera un modelo válido de mujer, como si todas las mujeres fuéramos
iguales y pensáramos igual, nada más lejos de la realidad.
A su favor hay que
decir que esta recopilación de vivencias de mujeres en algunos momentos consigue
la identificación de las lectoras con los sentimientos y emociones referidos en
sus páginas, sin embargo no pasa de ser una más de tantas novelas plagadas de convencionalismos.
Bajo una apariencia de
sencillez y naturalidad subyace un peligroso mensaje subliminal cargado de
tópicos y estereotipos machistas tales como que la felicidad de una mujer va
unida irremediablemente a la maternidad (caso de Clare, que se ve obligada a alejarse
de su entorno para buscar a los “hijos” que no puede tener), o como que a todas
las mujeres les encanta ir de compras, o como que si abortas o llevas a tu
madre a una residencia de ancianos después tendrás que expiar tu pecado con remordimientos
que no te dejarán en paz, o como que es de vital importancia el orden o
desorden de la casa (Nicole - Harriet) comparándose unas a otras continuamente
y en una especie de rivalidad perjudicial, “qué guapa”, “qué delgada”, “qué
suerte con ese marido tan perfecto”.
Y ya para rematar la
faena, en la páginas finales de la novela aparece un diálogo desafortunado que acaba
por completo con la posible consideración positiva que pudiera tener sobre la
novela en general y su autora. Una de las protagonistas dice, en un intento por
hacer una gracia:
-
¿Es
que nos estamos convirtiendo en un grupo de lectura feminista? Porque en tal
caso, quiero dejar constancia de que a mí me gustan los hombres. Casi todos.
Algunos más que otros, lo confieso, pero en principio estoy a favor de ellos.
-
Yo
también. Y no pienso afeitarme la cabeza, lucir monos de trabajo y citar a
Germaine Greer.
Si esta teoría hubiese
estado refutada por otro personaje, estaría bien, pero la autora deja ese
mensaje injusto e ignorante en el aire, así, sin rechazar, lo que da una idea
de su propio concepto totalmente errado de lo que significa el movimiento feminista.
¡Nada más lejos del
feminismo que esta novela conservadora y reaccionaria!
Por todo lo expuesto
concluyo con la no recomendación de esta novela que aun siendo ligera y
entretenida también es superficial en el
tratamiento de los temas y los personajes. Es una lectura de las que se olvidan
en cuanto se depositan en la estantería. No profundiza, no remueve conciencias,
no revoluciona los pensamientos, no incita a la reflexión, no hay confrontación
de ideas, es decir carece de todo lo que hace que una lectura sea de calidad y
valga la pena.