Una
habitación propia, publicada en 1929 por Virginia Woolf (1882 –
1941), era una lectura que tenía
pendiente desde hace mucho tiempo y que ahora por fin, he podido disfrutar.
Anteriormente comenté en este blog Las
olas (1931) de la misma autora, como se puede ver en el siguiente enlace:

Todo el relato es un análisis
profundo y valiente de la historia de las mujeres y su relación con el mundo en
general y la literatura en particular. Es uno de los más conocidos ensayos
feministas donde se abordan los innumerables prejuicios y obstáculos que las
mujeres han tenido, y aún tienen, que sortear para dedicarse a la literatura en
libertad, o simplemente para emanciparse y realizarse como seres humanos
íntegros, independientes y autónomos librándose de etiquetas y corsés, a menudo
impuestos por ilustres varones, coléricos dice la autora, que han arremetido contra ellas a lo largo de la historia.
Virginia Woolf nos habla aquí
de mujeres invisibles en la esfera pública y muy presentes sin embargo en la
esfera privada. Mujeres que en la literatura escrita por hombres aparecen con
un fuerte carácter y personalidad, mujeres geniales como obras de arte, pero en
la cocina y en el cuarto de baño, infravaloradas, ocultas a los ojos del mundo.
No se les ha dejado formar parte activa de la historia de la humanidad, de la que
son causa directa. Mujeres que en el
arte son grandiosas y en la vida real apenas sabían leer ni escribir y eran
propiedad de sus maridos y sus padres. ¿Cómo van a escribir novelas las mujeres
en esa situación? Y a pesar de todas las dificultades es milagroso que hayan
destacado escritoras como Jane Austen o Charlotte y Emily Brontë.
En cuanto a la forma de la obra
hay que decir que Virginia Woolf utiliza una invención de la propia protagonista que es a la vez autora y narradora.
Se dirige en primera persona y con un estilo muy directo a un público en un
doble sentido, como oyente y como lector.
Una
habitación propia destaca por su prosa que fluye clara y brillante
y por su lenguaje sencillo, pero también irónico, dejando entrever en cada párrafo la inteligencia
profunda y reflexiva de esta escritora. El estilo narrativo es muy peculiar,
enriquecido con una gran variedad de metáforas e imágenes admirables, como la de la mujer como espejo que
refleja al hombre al doble de su tamaño real, o la imagen de la hermana
ficticia de Shakespeare con la misma capacidad y deseos que él pero sin ninguna
de sus oportunidades.
El título supone ya la
primera metáfora del contenido de la obra. Lo que la mujer necesita para poder
dedicarse a la literatura, a escribir novelas, es una habitación propia, el
símbolo de la libertad personal, de la independencia física (espacio) y también
económica (tiempo).
Por todo lo dicho se deduce
que considero esta obra digna de admiración y digna de una segunda lectura más
meditada y profunda.
Algunos párrafos extraídos
del texto:
. De la paz y de la libertad intelectual nacen las grandes obras
literarias.
.
La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la
libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no solo durante
doscientos años, sino desde el principio de los tiempos. Las mujeres han gozado
de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres
no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía.
. Espero que encontréis, a tuertas o a derechas, bastante dinero para
viajar y holgar, para contemplar el futuro o el pasado del mundo, soñar leyendo
libros y rezagaros en las esquinas, y hundir hondo la caña del pensamiento en
la corriente.
amo a virginia , me identifico totalmente co ella , gracias por esta reseña
ResponderEliminarGracias a ti MEL por leerla. Un abrazo
EliminarAdmiro muchísimo a esta mujer, muchísimas gracias por publicar este artículo!!
ResponderEliminarGracias a ti, Sabela.
ResponderEliminarBss
Excelente reseña
ResponderEliminarMe gusta que te guste
ResponderEliminarMuy buena reseña, me sirvió de gran ayuda. ¡Gracias!
ResponderEliminarGracias a ti
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