No
hubiera leído Los juegos del hambre
si mi hija de once años no me lo hubiera pedido. A ella le encantó esta novela
y me la propuso para que la comentáramos juntas, ese gesto me gustó y accedí,
no sin cierto recelo, y retrasando otros títulos que tenía como prioritarios en
mi lista de lecturas. Ella se ha leído la trilogía completa y en su opinión, de
la que me fío, la mejor es la última: Sinsajo
y la menos atractiva En llamas.
Aunque
no tengo ninguna intención de leer los dos siguientes títulos de la saga,
porque me imagino que serán más de lo mismo y para muestra, un botón, he de
reconocer sinceramente que la novela me ha gustado y que despertó mi
curiosidad, aunque eso sí, sólo a partir de la segunda parte, cuando
verdaderamente comienzan los juegos, durante la primera parte varias veces
estuve a punto de abandonar aunque ahora me alegro de no haberlo hecho.
En
Los juegos del hambre la escritora y
guionista Suzanne Collins nos traslada a un mundo imaginario, surgido a raíz de
la supuesta destrucción de Norteamérica y del subsiguiente nacimiento de Panem,
donde ahora coexiste el Capitolio como centro poderoso y rico y doce distritos pobres
dependientes de él. Anualmente, y para
regocijo macabro de los ciudadanos, se celebran
los juegos del hambre donde 24 participantes (dos de cada distrito, de
entre doce y dieciocho años) han de luchar a vida o muerte por la supervivencia
en un ambiente hostil donde sólo uno de ellos podrá salir con vida del cruel
enfrentamiento.
La
novela está contada en primera persona por Katniss Everdeen, la joven protagonista
de la historia. Junto a ella el lector se sumerge en una cacería entre seres
humanos donde todo vale, desde el enfrentamiento cuerpo a cuerpo al asesinato más traicionero y ruin.
El
escenario elegido es un espacio abierto, un bosque con ríos y un lago, un lugar
inhóspito no exento de las trampas y peligros creados a propósito por los
organizadores de los juegos para aumentar la intriga y la vistosidad del
evento. Y es que todo lo que ocurre en el estadio donde se celebran los juegos
del hambre es supervisado por el poder
del Capitolio y retransmitido en directo a través de unas pantallas gigantes para
los ciudadanos que demandan con ansia un espectáculo donde haya acción, sorpresa
y novedades.
Este
trasfondo del ojo que todo lo ve, del Gran Hermano, resulta poco original y ya
repetitivo, aparecía en obras que poseen la calidad literaria de la que adolece
ésta, me refiero a novelas como Fahrenheit
451 de Ray Bradbury o 1984 de
George Orwell. Además el argumento copia el modelo de los reality shows que tan
de moda están en las televisiones de todo el mundo, con series como “Gran
hermano” o “Supervivientes”.
Como
buen ejemplo de best seller norteamericano,
esta novela posee los ingredientes adecuados para conseguir un gran éxito de
ventas. Estamos ante una historia pensada para el éxito comercial, con mucha
acción, aventura y cierta dosis de suspense y sentimiento, pero carente de la
profundidad y la reflexión inherente a la literatura de mayor nivel. El argumento en sí es superficial y a los personajes
les falta algo, aparecen planos y sin complejidad, construidos únicamente para apuntalar la trama,
pero sin el carisma necesario para hacerlos cercanos y atractivos.
En
una novela pensada para el público juvenil no podía faltar otro elemento necesario,
la historia de amor, y aquí asistimos al típico y manido triángulo amoroso con
el que se pretende humanizar un poco a los personajes, pero se trata de una
relación sentimental descafeinada y poco elaborada.
Pues
bien, a pesar de todo lo dicho sobre el escaso valor literario de Los juegos del hambre , esta novela me
ha entretenido, me ha resultado una novela de acción y aventura muy amena con
la que Suzanne Collins consigue atrapar la atención del lector con frecuentes
golpes de efecto y con escenas sorprendentes y misteriosas. Otro logro de la
autora es el ritmo trepidante que deja al lector sin aliento conforme sigue las
hazañas de su inteligente protagonista, todo ello con un lenguaje sencillo y
práctico sin más pretensión que la mera comunicación.
La novela está clasificada como literatura
juvenil, pero no sólo es válida para jóvenes, que lo es, por supuesto, sino que
además agradará a lectores de todas las edades siempre y cuando se conformen
con leer para pasar un buen rato, sin más pretensión que el entretenimiento. Es
una obra apta y recomendable para lectores no demasiado exigentes.
En
cuanto a la película, he de decir que es un reflejo muy fiel del libro pero
demasiado larga en mi opinión. He aquí el tráiler que podemos ver en Youtube:
Estoy ansiosa por ver En llamas, es mi libro favorito de la trilogía y creo que valdrá mucho la pena verlo en el cine sobre todo porque han dividido este libro en dos películas, aunque hubiera preferido que fuera el tercero, pero habrá que ver como salen las cosas.
ResponderEliminarEntiendo tu deseo de ver las películas.Espero que cubran las expectativas creadas
ResponderEliminarSaludos.