Título: LA POETISA
Autor: Jesús Tíscar Jandra
Editorial: Algaida
Fecha: 2006
Páginas: 341
ISBN 978-84-8433-621-1
XXV Premio de Novela
Felipe Trigo
La
Poetisa sorprende al lector para bien o para mal porque es
una obra poco convencional por lo que tiene de antiestética, atrevida, absurda,
procaz e irreverente.
La protagonista, Josefa
Villabuena Hermoso, es una mujer que triunfa en el campo de la poesía y que en tiempos de sequía
creadora descubre que necesita una musa
virgen para alcanzar la inspiración literaria. En contra de lo que cabría
esperar, la poetisa representa todo lo contrario de la belleza estética, de lo
sublime, de lo místico. Es ególatra, deslenguada, ninfómana, asesina e incluso
caníbal. Todo un personaje digno merecedor del concepto de esperpento,
magistralmente recreado en la obra del gran Valle – Inclán.
Los otros tres
personajes principales son Clarisa Armenteros (¡vaya!) “la musa”, una joven
perteneciente a la más baja escala social que aparece muy bien caracterizada; Ramón
Ortega, el profesor de Literatura Contemporánea
que hace de interlocutor de la poetisa mientras intenta redactar una tesis
doctoral sobre ella y su poesía; y también está la fiel y descarada
criada, Marichocha.
La historia se
desarrolla en Jóliva (topónimo ficticio para referirse a la ciudad de Jaén) y efectivamente
encontramos infinidad de alusiones a personas, lugares, asociaciones
culturales, publicaciones, eventos o términos locales, enmascarados con otro
nombre pero fácilmente identificables. Además en la novela subyace una crítica
solapada al ambiente encorsetado en que se desarrolla la cultura en la ciudad.
Hay un elemento omnipresente
que recorre toda la obra y es el sexo en su versión más burda, más grotesca, en
el polo opuesto del romanticismo o la sensualidad. El tema aparece tratado con
crudeza, sin miramientos, sin pudor e incluso con mal gusto, por lo que a veces
puede herir la sensibilidad del lector y provocar rechazo.
Y es que la obra
intencionadamente se recrea en lo anormal, lo amoral y antiestético con un toque hábil de sarcasmo y
humor ácido.
Es ésta una novela
valiente en la que encontramos un vocabulario rico y versátil con términos poco
usuales cuando no inventados como pazguato,
camastrón, zangolotino, zahúrda, ciquitraque, carajota, bolondrón, aguacoñil,
colache, esfaratar, por citar algunos.
Además Jesús Tíscar hace
alarde de un lenguaje descarnado y burlón, sin ningún tipo de censura ante
palabras y expresiones malsonantes o alusivas a lo escatológico.
Yo me quedo con la habilidad
y destreza del escritor giennense en el manejo del lenguaje, manipulando y
moldeando como plastilina palabras y expresiones locales para adecuarlas a su
finalidad, que en este caso es mostrar
la otra cara de la belleza.
Desde luego Jesús
Tíscar posee un sorprendente talento creativo que se manifiesta, no sólo en
esta novela sino también en otros trabajos suyos, a través de un estilo muy
personal que no acepta término medio, que puede gustar o no pero que es el suyo y no pasa
desapercibido.
De todas formas no
recomendaría esta obra a los amantes y defensores a ultranza de lo políticamente
correcto ni a los lectores que se escandalizan fácilmente.