Autor: Julio Llamazares
Editorial: Seix Barral
Colección: Booket, Novela, 2036
Fecha: 2006 (1988)
Páginas: 137
ISBN 978-84-322-1747-0
Esta segunda novela del
escritor leonés fue publicada en 1988 después de Luna de Lobos de 1985. En La
lluvia amarilla el autor nos traslada a Ainielle, un pueblo del Pirineo
aragonés que existió realmente pero que fue abandonado por sus habitantes como
tantos otros durante la segunda mitad del siglo XX. A partir de ese hecho
Llamazares construye esta impactante historia de ficción.
Andrés, protagonista y
narrador de la novela, es el último vecino que queda en Ainielle. Ya a las
puertas de la muerte va recordando las escenas más significativas que han marcado
su vida y la de su pueblo. Todos sus amigos y conocidos se han marchado del
lugar, unos han muerto, otros, como el mismo hijo de Andrés, han huido e
incluso su mujer, Sabina, ha decidido poner fin a tanta tristeza y desolación. Sólo
Andrés asiste al deterioro progresivo, lento pero imparable de todo un pueblo y
una forma de vida.
Una historia dura de
soledad, de resistencia ante el paso implacable del tiempo, bajo el telón de
fondo de la lluvia amarilla que todo lo tiñe de óxido, de otoño y de olvido. Y a pesar de esa dureza La lluvia amarilla también es una historia cargada de belleza y emotividad.
Una novela de las que
marcan, de las que no se olvidan, de las que dejan un poso importante en el
lector. Una novela que, a pesar de su brevedad, o quizás esta sea una cualidad
añadida, encierra todo un mundo de sensaciones, de verdad, de realidad que a mí
me ha impresionado.
El libro está
estructurado en veinte capítulos cortos y estos a su vez en párrafos bastante
breves que son como pinceladas de un cuadro que poco a poco van perfilando el
panorama completo de una obra de arte, triste y dura pero una obra de arte
maravillosa.
La
lluvia amarilla es una joya literaria. A mí me ha
atrapado desde el principio al fin y seguramente uno de los motivos es que está
narrada con una admirable maestría. El escritor ha sabido armonizar fondo y
forma con la ayuda de un lenguaje preciso y significativo y una prosa elegante
y honda que roza la poesía. Vaya desde este humilde blog toda mi admiración por
el buen hacer de este autor que demuestra aquí ser un excelente narrador y
poeta.
Mientras leía la novela
me acordaba de los relatos cortos de Jack London en los que el hombre se
enfrenta solo a las adversidades y la inclemencia de la Naturaleza y también recordaba
la obra Intemperie de Jesús Carrasco,
muy posterior a esta pero otra historia dura y conmovedora de soledad y
destrucción.
Y por supuesto también he
tenido en mente la novela del mismo Julio Llamazares Distintas formas de mirar el agua publicada en 2015 en la que se
parte del hecho real de la desaparición del pueblo natal del autor, en este
caso por la construcción de un pantano y cuya reseña podéis ver en este mismo blog a través del enlace:
Distintas formas de mirar el agua
Distintas formas de mirar el agua
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