
de las inquietas mujeres que lo hicieron posible allá por el año 1926, en plena
dictadura de Primo de Rivera. Surgió siguiendo el modelo del existente en
Londres desde 1904 y se pretendía crear una red de clubes femeninos por todo el
mundo para así defender mejor los ideales de justicia social y de reconocimiento de derechos de las
mujeres.
de sus objetivos con el advenimiento de la República; en esa etapa se organizaron
muchos cursos, conferencias, debates, exposiciones artísticas, representaciones
teatrales, recitales literarios y toda clase de actividades culturales
encaminadas a la educación y a sacar a la luz pública las injusticias que
venían padeciendo las mujeres desde tiempos muy remotos.
con este movimiento tan necesario como acabó con todo vestigio de cultura o
pluralidad. Las socias del club vieron con infinita tristeza cómo se desvanecía
su labor y se retrocedía a la imposición del modelo de mujer sometido al sexo
masculino y a la iglesia; se vieron obligadas a la dispersión, sufriendo muchas
de ellas el amargo exilio.
cuando no la ridiculización y las injurias, pero además, después en la
democracia, las mujeres que conformaron este innovador proyecto sufrieron
también una inmerecida indiferencia y un injusto olvido.
que tradicionalmente se venía asignando a la mujer, sin que ella pudiese opinar
ni elegir su propio destino, pensaban que la cultura y especialmente la lectura
de libros de derecho les abrirían los ojos a las injusticias sociales que
padecían. Pero no se quedaron ahí, también trabajaban para mejorar su entorno
como por ejemplo con la fundación de un hogar para niños desfavorecidos.
para el feminismo español como María de Maeztu, Victoria Kent, Zenobia
Camprubí, María Lejárraga, coautora, o incluso posible autora, de las obras que
publicó su marido Gregorio Martínez Sierra, Isabel Oyarzábal, la poetisa
Ernestina de Champourcin, María Teresa León, etc… Cada uno de estos nombres
encierra una vida dedicada a la defensa de la igualdad entre todos los seres
humanos, sea cual sea su condición sexual. Pero junto a estas mujeres con una sólida
formación también lucharon por los mismos ideales otras anónimas que tenían en
común con aquellas la fuerza del inconformismo con la injusticia, que sentían
la inquietud cultural y el desasosiego que les impedía ser felices
conformándose con realizar las tareas “propias
de su sexo” que la sociedad patriarcal les había atribuido, que se
rebelaron para alcanzar el derecho a vivir con más plenitud la vida.