Esta es una novela sencilla en apariencia, pero como toda buena obra abarca varias lecturas. La base es la historia de Marco, el protagonista que narra en primera persona lo que le va sucediendo y que nos irá introduciendo en el conocimiento de otros personajes no menos interesantes.
Marco, el señor Effing y Solomon son los tres pilares que sostienen la trama, cada uno de ellos posee su propia trayectoria que el autor a través de Marco nos va mostrando; son tres vidas en principio distintas y sin embargo con un fuerte paralelismo, están marcadas por la soledad, el fracaso, el aislamiento voluntario. Son historias unidas simplemente por el azar pero que al final desvelan un vínculo muy profundo y a la vez efímero.
Encontramos referencias constantes a la literatura, así por ejemplo es genial el episodio del uso que hace el protagonista de la herencia de su tío Víctor que no es otra que un montón de cajas llenas de buenos libros, cajas que él usa como muebles. Marco se obliga a leer todos y cada uno de ellos en honor a su querido tío antes de malvenderlos porque su situación económica está al límite y no tiene más remedio que deshacerse de ellos. Con este pretexto Auster hace alusiones a títulos clásicos de la literatura, incluido El Lazarillo de Tormes
Además el libro mismo es una especie de autobiografía que contiene otras biografías, la de el enigmático señor Effing y también la historia fantástica que se inventa Solomon sobre su desconocida infancia.
Otra protagonista de la novela es la luna, de hecho la novela comienza enmarcada en el verano en que el hombre la pisó por primera vez y a partir de ahí este enigmático satélite se convierte en un símbolo constante: “las palabras El Palacio de la Luna empezaron a apoderarse de mi mente con todo el misterio y la fascinación de un oráculo”, dice Marco refiriéndose a un letrero de un restaurante que ve enmarcado entre dos ventanas desde su apartamento.
Este es el segundo libro que leo de Paul Auster y creo que sí, que definitivamente me gusta este autor, por lo que lo seguiré leyendo.
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