Es el único libro que he leído de Rosa Regás y, bueno, no está mal. Tampoco es que sea para un Nobel, pero es entretenido, mantiene la intriga hasta el final y en general la historia está bien contada.
La protagonista es una mujer de mediana edad, de muy buena posición social y económica, pero que se halla en una crítica etapa de su vida. Se ve irremediablemente atraída hacia un mundo que no es suyo a través de la intrigante Adelita, la guarda de su casa de campo y así la trama se va hilvanando en torno a unos extraños acontecimientos que vienen a ser la excusa para que ella se replantee muchos aspectos de su existencia.
Como en todas las novelas conviven en ella una gran cantidad de temas interesantes, como la relación padre e hija: En cuanto me hubiera ido […] desaparecerían la repulsión y los remordimientos por mi desapego y solo me quedaría una vaga ternura al pensar en el hombre silencioso e inmóvil, mi propio padre, cuyo recuerdo era incluso capaz de disfrutar.
Todos hemos venido al mundo a cantar una canción y yo cantaría mi canción, la mía propia, por humilde y desabrida que fuera
Pero sabía que no era la edad la que me había arrebatado la pasión, el coraje y la vida, sino que, de haberlos tenido alguna vez, habían sido la cobardía y el ansia de seguridad las que habían elegido un paisaje en el que no podía fructificar más que la rutina. Me había convertido en una criatura de la costumbre.
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