La
anterior novela de Markus Zusak, La
ladrona de libros me encantó, hace unos meses me topé con Cartas cruzadas del mismo joven autor
australiano, leí la sinopsis del argumento y enseguida decidí adquirirlo y
leerlo. Efectivamente, no me ha
decepcionado.
Estamos
ante una bonita historia que nos lleva a conocer a Ed Kennedy, un joven taxista
que lleva una vida normal y corriente, sin ambiciones, hasta que involuntariamente
se ve envuelto en un juego sorprendente que hará dar un giro a su existencia. Ed se convierte
en una especie de quijote, aunque eso sí, menos voluntarioso y más mediocre que nuestro
héroe nacional.
Los
personajes que aparecen en la novela representan a seres vulgares, con sus
virtudes y sus muchos defectos, pero
humanos a fin de cuentas que es lo importante, y como tales humanos, dignos de
mejorar y crecer como personas.
El
mensaje de la novela es que es fundamental tomar las riendas de lo único que
poseemos, nuestra propia existencia y actuar ante las injusticias que nos
rodean y que a veces ni siquiera vemos porque no nos fijamos, porque pasamos de
puntillas ante lo que pasa en nuestro entorno.
Hay que escarbar para encontrar y solucionar problemas.
Cartas cruzadas nos transmite la idea de que seremos más
felices si nos implicamos en ayudar a los demás, de que la solidaridad y el
compromiso nos hace definirnos y perfeccionarnos como personas ante los ojos de
los demás, pero sobre todo ante nuestros propios ojos.
Es de
destacar el estilo narrativo ágil, conciso y directo; el protagonista de la
novela se dirige al lector en primera persona lo que propicia una cierta cercanía
entre ambos.
En fin,
me ha gustado y me ha entretenido esta sencilla historia. Incluso en ciertos
pasajes, (como por ejemplo el caso de Marv y su secreto más íntimo y personal) ha conseguido emocionarme, lo que por otra
parte no es tan difícil.