En
Algún amor que no mate
encontramos a Prudencia (nombre muy apropiado), una mujer atrapada en
su propio hogar, sin cadenas físicas, pero presa de las costumbres,
el miedo y la inseguridad, que se ve inmersa (sin apenas haberse dado
cuenta) en un ambiente de violencia disimulada, soterrada, oculta
tras un velo de normalidad. Es una historia ficticia que retrata de
forma sencilla, pero con dureza a la vez, la realidad de millones de
mujeres en el mundo, invisibles, infravaloradas, ninguneadas,
anuladas por el modelo de sociedad patriarcal.
Es
una novela que llega al corazón, que demuestra la habilidad de la
autora para tocar la parte más sensible del ser humano, como
ocurrirá en otras novelas suyas posteriores como Cielos
de barro (2000) y la más
conocida La voz dormida
(2002).
La
historia está contada con un lenguaje sencillo y cercano, pero de
una forma muy original, en el sentido de que asistimos a un diálogo
interior de la protagonista que se comunica en primera persona con lo
único que tiene a mano, su otro yo, su alter
ego. La voz de la
narradora que cuenta su historia al lector se funde con la de la
protagonista. Esta peculiar forma narrativa contribuye
ciertamente a incrementar la sensación de soledad que impregna la
vida de Prudencia.
El
siguiente párrafo de la novela es un reflejo de su contenido:
Prudencia
cometió un error. Y los errores se pagan. Creyó que su vida era la
de su marido y, cuando quiso darse cuenta, el marido tenía su vida y
ella no tenía la propia.
Editorial Punto de lecturaAño 2007 DLISBN: 978-84-663-1772-6Depósito Legal. B-35577-2007114 páginas |
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