Autor: Fernando Aramburu
Editorial: Tusquets
Fecha: 1996
Páginas: 611
ISBN 978-84-7223-795-7
Fuegos
con limón es la primera novela del escritor Fernando Aramburu
(San Sebastián, 1959). Es una obra con tintes autobiográficos donde el protagonista,
Hilario Goicoechea, narra en primera persona sus andanzas junto a un grupo de
amigos unidos por su afición a la cultura extraoficial (una especie de
contracultura), al arte en general y a la poesía en particular.
A través de las
impresiones del narrador vamos conociendo a los distintos miembros de dicho grupo, autodenominado “La
Placa”, sus relaciones entre ellos y con sus familiares y las experiencias que
vivirán tanto juntos como individualmente. La Placa intentará por todos los
medios que le publiquen una revista con pretensiones surrealistas, que les
sirva de plataforma para darse a conocer a la sociedad a través de su talento creativo
y su estilo subversivo y a contracorriente.
La acción se desarrolla
a finales de los años setenta en San Sebastián, con el ruido de fondo de los
atentados de ETA a los que, por cierto, los personajes no prestan demasiada
atención.
Es ésta una novela
distinta, original, poco convencional tanto por el argumento, como por los
personajes, como por el estilo. Consta de más de seiscientas páginas plagadas
de anécdotas, curiosidades y situaciones surrealistas y absurdas que a veces
rayan la ridiculez e incluso el esperpento.
Los personajes son una
especie de antihéroes que cometen todo tipo de tropelías y que de vez en cuando
también muestran su lado más humano y sensible. Se nos revelan como unos tipos
extraños, estrambóticos, que rivalizan entre ellos por nimiedades, cuya relación está
condicionada por las rencillas, la envidia y los celos. Son personajes provocativos,
insolentes, a veces ruines y profundamente egoístas.
Otro aspecto llamativo
de la novela es el uso del lenguaje ampuloso, salpicado de expresiones y locuciones
inusuales, con un vocabulario rico, rebuscado, con abundancia de términos ya en
desuso. La novela se caracteriza por su estilo peculiar y florido donde no
faltan las exageraciones y el sarcasmo.
Conforme se avanza en
la lectura el lector puede hallar reminiscencias y olor a literatura clásica, a novela picaresca, a maestros como Cervantes o como Azorín o
Valle Inclán que tan bien retrataron el mundo de los bohemios y marginados.
Sinceramente he de decir
que me ha costado acabar este libro, que a veces su lectura me resultaba lenta
y espesa, que creía que le sobraban páginas. Sin embargo una vez acabado, me
alegro de haberle dedicado parte de mi tiempo y quiero destacar mi admiración
por el talento creador y la destreza literaria que muestra el autor en sus
páginas.
Fuegos con limón me ha sorprendido, me ha dejado un sabor
agridulce, me ha aportado algo distinto,
único, y sólo por eso ya ha merecido la pena. Es una novela recomendable para
lectores veteranos que sean capaces de apreciar la originalidad y singularidad de
la obra literaria.
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