Autor: Eduardo Mendicutti
Editorial: Tusquets
Colección: Andanzas, 651
Fecha: 2008
Páginas: 305
ISBN 978-84-8383-048-2
En Ganas de hablar el escritor y periodista Eduardo Mendicutti,
(Sanlúcar de Barrameda, 1947) nos presenta la historia del Cigala, el
protagonista ficticio que fue creado a partir de un personaje real de su pueblo
de nacimiento.
Cigala es un hombre homosexual
de setenta y seis años, que se ha dedicado toda su vida a hacer la manicura a
las señoras de la localidad y que vive solo con su hermana Antonia, una mujer incapacitada
que depende totalmente de él.
La novela comienza cuando el
pleno de ayuntamiento decide ponerle el nombre de Cigala a una calle de La Algaida, en homenaje a este vecino, conocido
por todos y que incluso algunos definen como toda una institución, y por extensión como una forma de
reconocimiento a todas esas personas que a lo largo de la historia han sufrido
la marginación y la represión a causa de su condición sexual.
Los problemas surgen cuando el
Cigala elige la calle que actualmente se llama Silencio, y la elige precisamente como símbolo de lo que han tenido
que callar durante tanto tiempo los homosexuales en este país. Son muchos los
vecinos que no están dispuestos a cambiar el nombre precisamente a esa calle,
porque por ella pasa todos los años en miércoles santo, la procesión del Cristo
del Silencio.
La obra está narrada en forma
de monólogo a través del cual el lector tiene acceso a los pensamientos, ideas,
sentimientos y recuerdos del protagonista. Precisamente recordando su pasado,
el Cigala cuenta unos hechos muy dolorosos que están ahí pero que permanecen
ocultos tras una capa de resignación y sobre todo de humor e ironía.
Podemos decir que la novela se
desarrolla en dos planos. En el plano superficial, que es también el más
visible, encontramos la anécdota, la verborrea graciosa y alegre del Cigala con
su peculiar sentido del humor, pero si profundizamos un poco, llegamos a un segundo
nivel más profundo, pues bajo esa apariencia cómica de la novela se esconde una
dimensión trágica que pone de manifiesto el terrible problema de la discriminación
sexual.
Ganas
de hablar pretende dar voz a los marginados, a los que fueron obligados
a callar, a los que una sociedad hipócrita ha mantenido, durante mucho tiempo, apartados
y en silencio. Ahora dicha sociedad quiere lavar su conciencia, pero no es
fácil pues aún en democracia sigue muy viva la homofobia y el desprecio a lo
diferente.
Otro punto fuerte de la obra y
además lo primero que llama la atención del lector es la fuerza del lenguaje
utilizado, un lenguaje escrito que es fiel reflejo del oral, un tipo de lenguaje
coloquial andaluz cargado de creatividad, aún presente en muchos lugares del sur, aunque en progresiva retirada.
La novela también se
caracteriza por su prosa ágil, viva y fluida como el pensamiento, siempre
cambiante y volandero, y que aquí se adapta como un guante a la personalidad
del protagonista que derrocha gracia y elocuencia en su monólogo interior.
Ganas
de hablar es una buena novela aunque en mi humilde opinión hay
momentos en que resulta un poco repetitiva y machacona por lo que estaría mejor
con unas cuantas páginas menos.
Se ve interesante... ¡Gracias por la reseña!
ResponderEliminarGracias a ti por leerla. Un abrazo
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