martes, 9 de diciembre de 2014

GANAS DE HABLAR. Eduardo Mendicutti


Título: GANAS DE HABLAR
Autor: Eduardo Mendicutti 
Editorial: Tusquets
Colección: Andanzas, 651
Fecha: 2008
Páginas: 305
ISBN 978-84-8383-048-2
En Ganas de hablar el escritor y periodista Eduardo Mendicutti, (Sanlúcar de Barrameda, 1947) nos presenta la historia del Cigala, el protagonista ficticio que fue creado a partir de un personaje real de su pueblo de nacimiento.
Cigala es un hombre homosexual de setenta y seis años, que se ha dedicado toda su vida a hacer la manicura a las señoras de la localidad y que vive solo con su hermana Antonia, una mujer incapacitada que depende totalmente de él.
La novela comienza cuando el pleno de ayuntamiento decide ponerle el nombre de Cigala a una calle de La Algaida, en homenaje a este vecino, conocido por todos y que incluso algunos definen como toda una institución, y por extensión como una forma de reconocimiento a todas esas personas que a lo largo de la historia han sufrido la marginación y la represión a causa de su condición sexual.
Los problemas surgen cuando el Cigala elige la calle que actualmente se llama Silencio, y la elige precisamente como símbolo de lo que han tenido que callar durante tanto tiempo los homosexuales en este país. Son muchos los vecinos que no están dispuestos a cambiar el nombre precisamente a esa calle, porque por ella pasa todos los años en miércoles santo, la procesión del Cristo del Silencio.
La obra está narrada en forma de monólogo a través del cual el lector tiene acceso a los pensamientos, ideas, sentimientos y recuerdos del protagonista. Precisamente recordando su pasado, el Cigala cuenta unos hechos muy dolorosos que están ahí pero que permanecen ocultos tras una capa de resignación y sobre todo de humor e ironía.
Podemos decir que la novela se desarrolla en dos planos. En el plano superficial, que es también el más visible, encontramos la anécdota, la verborrea graciosa y alegre del Cigala con su peculiar sentido del humor, pero si profundizamos un poco, llegamos a un segundo nivel más profundo, pues bajo esa apariencia cómica de la novela se esconde una dimensión trágica que pone de manifiesto el terrible problema de la discriminación sexual.
Ganas de hablar pretende dar voz a los marginados, a los que fueron obligados a callar, a los que una sociedad hipócrita ha mantenido, durante mucho tiempo, apartados y en silencio. Ahora dicha sociedad quiere lavar su conciencia, pero no es fácil pues aún en democracia sigue muy viva la homofobia y el desprecio a lo diferente.
Otro punto fuerte de la obra y además lo primero que llama la atención del lector es la fuerza del lenguaje utilizado, un lenguaje escrito que es fiel reflejo del oral, un tipo de lenguaje coloquial andaluz cargado de creatividad, aún presente en  muchos lugares del sur, aunque en progresiva retirada.
La novela también se caracteriza por su prosa ágil, viva y fluida como el pensamiento, siempre cambiante y volandero, y que aquí se adapta como un guante a la personalidad del protagonista que derrocha gracia y elocuencia en su monólogo interior.
Ganas de hablar es una buena novela aunque en mi humilde opinión hay momentos en que resulta un poco repetitiva y machacona por lo que estaría mejor con unas cuantas páginas menos.

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