La novela gira en
torno a una gran fiesta que se celebra en Villa Ada, un inmenso parque público
de Roma que, gracias al poder del dinero, ha pasado a manos del multimillonario
Sasà Chiatti. A dicha fiesta de la opulencia y el derroche más absoluto están invitadas
todas las personalidades relevantes del
momento, políticos, poderosos empresarios, modelos, presentadores de
televisión, cirujanos de élite, famosos escritores, magnates del mundo de la
cultura, cantantes de moda, futbolistas mediáticos…
Ese es el escenario
elegido por el autor para ofrecernos una
historia divertida que, a su vez, es una
versión satírica de la naturaleza humana, de las debilidades e hipocresía y
también de la heroicidad del ser humano ante situaciones sobrevenidas.
Ammaniti nos muestra dos modelos de
comportamiento que son los ejes centrales sobre los que se monta toda la trama,
un modelo es el representado por el famoso
escritor Fabrizio Ciba y el otro el representado por el líder de una
secta satánica, Saverio Moneta, alias
Mantos y sus amigos. En torno a ellos se desarrollan una serie de situaciones
cómicas y delirantes que nos abocan a la sonrisa permanente a lo largo de la
historia.
Fabrizio es el
típico escritor de éxito mediático, idolatrado por sus fans (algunas de ellas
ni siquiera ha leído sus libros) pero que sólo despierta indiferencia en los
círculos de la más seria crítica literaria. Es un personaje muy bien
construido, presumido, egocéntrico, materialista, que se ha forjado una imagen
de sí mismo que es la que desea mostrar al público. En él y el mundo en que se
mueve todo gira en torno a las apariencias, a la imagen, por lo que a veces
duda, y él mismo se pregunta ¿a qué debo
más mi éxito, a mis libros o a mis apariciones de televisión? La respuesta está clara.
El contrapunto al
escritor es Mantos, un pobre hombre, anónimo, sin ningún éxito con las mujeres,
un fracasado en el trabajo, en las
relaciones sociales y en todo. Su proyecto de vida va unido a la secta satánica
de la que es líder, pero dicha secta no es más que una caricatura de lo que
debería ser. Mantos aspira a pasar a la historia gracias a la
crueldad perpetrada por las acciones satánicas de las Bestias de
Abadón.
En la segunda mitad
de la novela se acelera la acción y los hechos desencadenan unas
situaciones ridículas, incongruentes,
absurdas, dignas de lo mejor de la literatura cómica que, sin embargo, sirven a la novela como un
magnífico instrumento para el análisis más profundo y la crítica social de la
opulencia y el despilfarro de la sociedad materialista en que nos desenvolvemos
en la actualidad.
Que
empiece la fiesta es
una novela divertida, entretenida y a la vez crítica, de las que se leen de un
tirón, sin darte cuenta. Te hace pasar un buen rato, y eso se agradece, sobre
todo si se hace con ingenio y mucho
sentido del humor como en este caso.
Totalmente
recomendable.
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