jueves, 1 de diciembre de 2016

JUEGOS DE LA EDAD TARDÍA. Luis Landero

Título: JUEGOS DE LA EDAD TARDÍA
Autor: Luis Landero
Editorial: RBA Editores
Colección: Narrativa actual, 32
Fecha: 1993 (1989)
Páginas: 394
ISBN 84-473-0031-5
Premio de la Crítica 1989
Premio Ícaro 1989
Premio Nacional de Narrativa 1990


Gregorio Olías lleva una vida gris y monótona trabajando como oficinista, hasta que conoce a Gil, otro empleado de la misma empresa pero que reside fuera de la ciudad. No se conocen personalmente pero ambos entablan una curiosa relación de amistad telefónica que logra revivir en el protagonista los sueños de poeta que tuvo en su juventud. Gil, con sus adulaciones, anima a Gregorio a crearse una nueva identidad como  Augusto Faroni, que representa al hombre culto y aventurero que le hubiera gustado ser. A partir de ahí se recrea una entrañable historia en la que la realidad y la ficción se dan la mano.  

En esta gran novela destacan unos magníficos personajes que toman vida propia y se hacen querer. Gregorio / Faroni es un personaje genial, con sus luces y sus sombras, con una gran imaginación que le lleva a convertirse en un impostor sin malas intenciones. Él sólo persigue un sueño pero la dura realidad (representada principalmente por su esposa Angelina) se impone. Mientras leía me venía a la cabeza constantemente el cuento clásico de La Lechera y sobre todo he visto en Gregorio un reflejo del gran D. Quijote, el personaje por excelencia de la Literatura española porque al igual que éste, Gregorio Olías es un soñador rendido a un ideal, capaz de poner en riesgo su familia, su trabajo, sus bienes, su estabilidad, a cambio de una quimera.

Como contrapunto al fabuloso protagonista está Angelina, la mujer de Gregorio, que representa la  triste realidad y la rutina. Una mujer sosa hasta extremos insospechados, sin ilusiones, sin imaginación, con un exagerado sentido práctico de la vida, pero buena y atenta con su esposo.

Y por supuesto el ferviente admirador de Faroni, Gil, que arrastrado por el impulso creativo de su amigo, se convertirá en Dacio Gil Monroe. Un hombre humilde, sencillo y con baja autoestima que se aferra a una ilusión hasta convertirla en el centro de su existencia.

Los personajes secundarios también son excelentes, el tío Félix, la suegra de Gregorio o el misógino Antón Requejo y su manía persecutoria, todos contribuyen de manera eficaz a enriquecer la obra.

La novela está muy bien escrita con una trama perfectamente hilada que nos lleva a conocer los entresijos de esta fantasiosa historia hasta llegar al  desenlace, cuando la realidad y la ficción, la verdad y la mentira chocan sin remedio.

Otro aspecto fundamental es el sentido del humor agridulce que sobrevuela la obra por encima del ambiente hostil y la mediocridad. Un humor que se hace evidente sobre todo a través de unos diálogos hilarantes que rozan lo absurdo y que dotan de ternura y humanidad a los personajes.

Juegos de la edad tardía es una gran novela de un gran escritor. Me ha parecido admirable la capacidad del autor para, a partir de unas vidas insulsas y rutinarias, crear unos personajes míticos que sueñan con ser héroes. Y por supuesto la obra destaca por su calidad narrativa, avalada por una magnífica prosa con los precisos y acertados recursos literarios.  

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