sábado, 4 de febrero de 2017

PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS. Mario Vargas Llosa



Título: PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS
Autor: Mario Vargas Llosa
Editorial: RBA
Colección: Narrativa actual, 28
Fecha: 1993 (1973)
Páginas: 256
ISBN 84-473-0027-7
En el interior de esta historia  sencilla y anecdótica protagonizada por el capitán del ejército peruano Pantaleón y su equipo de visitadoras, encontramos una peculiar crítica social que pone en evidencia una organización militar tremendamente conservadora y machista, en cuyo seno la corrupción y la hipocresía campan a sus anchas.

Pantaleón y las visitadoras es una novela de humor sencillo y directo, divertida y amena, plagada de situaciones graciosas, que a veces rozan el disparate y que provocan el asombro y la risa del lector pero, como en toda novela que se precie, existe un trasfondo más interesante aún.

Pantaleón es un personaje entrañable, fiel a sus principios, con un sentido admirable de la responsabilidad, meticuloso en su trabajo hasta extremos ridículos. Su evolución dentro de la trama responde a la altura literaria del escritor hasta alcanzar un final ingrato, cuando el personaje se resigna a aguantar estoicamente las burlas, el abandono y la humillación, precisamente de los mismos que le han llevado a esa tesitura.

Por otro lado tenemos a las visitadoras, un grupo de mujeres sin vida propia, mujeres que viven al servicio de los otros, usadas como meros objetos sexuales para satisfacer los intereses de los hombres. Son invisibles como personas, tanto que se les niega hasta la identidad como se ve en el hecho de que a la mayoría se las nombre por apodos como Pechuga, Peludita o la Brasileña.

         […] al Servicio de Visitadoras, esa institución que acarrea mujeres de mal vivir, como si fueran piezas de ganado o artículos de primera necesidad, a las guarniciones de la frontera. (pág. 224)

El término “visitadoras” es un eufemismo más de los muchos que se emplean intencionadamente en la novela cuando se habla de la prostitución, lo que no deja de ser un síntoma de la hipocresía y la doble moral que caracterizan a este mundo marginal. Así, continuamente se alude a la prestación, el servicio, las ambiciones, las lavanderas…

La novela también trata temas como el abuso de poder, la manipulación burda y descarada de los medios de comunicación que amenazan y chantajean con efectividad para conseguir sus fines o la falta de formación cultural de la gente que se deja llevar por la superstición y la palabrería de  cualquier charlatán que les prometa un futuro mejor, aunque no tenga la más mínima base lógica para sostenerse. Todo eso está presente bajo lo que también es Pantaleón y las visitadoras, una novela humorística, entretenida y de fácil lectura.

Y por último decir que en la novela confluyen muy acertadamente distintos géneros o estilos narrativos que se dan la mano para conseguir una unidad argumental. Por un lado nos topamos con capítulos escritos en forma de diálogos diferentes y alternativos que se solapan los unos a los otros en el mismo tiempo narrativo, pero también hay capítulos redactados en forma epistolar, como fríos partes o informes oficiales, como artículos periodísticos o incluso en forma de locuciones radiofónicas.

Una muy buena novela, escrita con la maestría que caracteriza al autor. Recibió el Premio Latinoamericano de Literatura en 1975.

5 comentarios:

  1. Estupendo comentario como siempre.La prostitución es, desde luego, un fenómeno lamentable, aunque si nos fijamos en su antigüedad y su persistencia en el tiempo, parece responder a necesidades que sería largo analizar. No estoy de acuerdo en que las prostitutas no tengan vida propia, me refiero a las más o menos voluntarias, no a esas esclavas sexuales que traen de países como el este europeo o sudámerica. Es un profesión triste pero pienso que tienen su propia vida como todos. No quiero comparar con otras profesiones desagradables como basurero etc. Precisamente creo que algunas recurren a los apodos profesionales para ocultar bajo los mismos su propia identidad e intimidad, no para anularla.
    En fin, son puntos de vista diferentes. De cualquier forma es un hecho desagradable que no basta con rechazar moralmente, hay que regularlo y asegurar que se produzca con las mayores garantías posibles, las primeras para ellas. Salir de la ilegalidad, como en el caso de las drogas, creo que ayudaría mucho.

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  2. Gracia por tu comentario Lope de Sosa. En cuanto al tema de la prostitución veo que no estamos de acuerdo.
    . Que sea una práctica antigua no justifica nada. La esclavitud ha estado vigente hasta finales del s. XIX en muchos países, aún hoy se cometen prácticas que son verdaderas aberraciones en nombre de la tradición como la ablación, el tráfico de personas, la lapidación, muy presente en la Biblia y todavía en ciertos países.
    . Que responde a necesidades. Bueno, pero la posible necesidad de una persona jamás ha de atentar contra los derechos de otra, ni contra su dignidad.
    . Tampoco estoy de acuerdo en que haya prostitutas "más o menos voluntarias". Lo hacen por necesidad siempre, no por gusto. Por mucho que algunas así lo manifiesten, no me lo creo. ¿De verdad crees, amigo don Lope, que esas criaturas que permanecen horas y horas semidesnudas, en las afueras de las grandes ciudades al calor de una hoguera a las tres de la madrugada, en invierno, expuestas a cualquier depravado con veinte euros en el bolsillo estén ahí voluntariamente?
    . No es para nada comparable la profesión de basurero con la de prostitución. Recoger la basura es una profesión tan digna como limpiar colegios o suturar heridas tras un accidente. No es agradable pero sí necesario y digno. La prostitución no proporciona dignidad a la persona sino que la rebaja a la humillación y el desprecio de cualquier pelagatos, ¿qué connotaciones tiene la palabra "puta" si no?
    . Los motes no se lo suelen poner ellas sino ellos. Ellas se ponen nombres falsos, eso sí, pero ellos les ponen motes alusivos normalmente a partes de su cuerpo o características físicas.
    . Y por último tampoco estoy de acuerdo en que habría que regularla. Yo creo que habría que ilegalizar esa práctica denigrante para la mujer, abolirla como se hizo con la esclavitud pues no es más que otra de las formas que adopta. Pero amigo, es un gran negocio, una gallina de los huevos de oro con la que se enriquecen las mafias que la rodean que no ellas. E incluso voy más allá, creo que habría que penalizar a los consumidores, a los que comercian con el cuerpo de las mujeres, que no a las prostitutas por las que siento un absoluto respeto.
    En fin Lope de Sosa, que no estamos de acuerdo en esto. De todas formas este es un tema peliagudo, complicado de tratar por aquí, es mejor reflexionar sobre él en una buena tertulia y con un café en la mano ¿no crees?
    Un abrazo, don Lope.


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  3. Pues sí, estoy de acuerdo. Pero debes preguntarte una cosa. Con la esclavitud se acabó,aunque aparezcan manifestaciones actuales más o menos larvadas. En en cambio, de la la prostitución se dice aquello, que no comparto, del "oficio más viejo del mundo" y que yo sepa no existen ni existieron movimientos abolicionistas al respecto. Se la persigue por ilegal en muchos países, pero se la tolera. Yo creo que para estudiar un fenómeno hay que desprenderse de ideologías, conceptos morales, militancias y otros, para aislar el problema en su origen y sus raíces. En fin, complicado. Yo lo intento una y otra vez, aunque no lo consiga del todo.

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  4. Además, lo ilegal es el negocio más próspero. Recuerda la "ley seca" y las drogas.

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  5. Así es.
    Y humildemente creo que el hecho de que no se hayan levantado voces en contra de esta práctica abusiva es debido al hecho de que vivimos en una sociedad patriarcal donde lo queramos ver o no, los intereses de los hombres prevalecen sobre los de las mujeres (aunque la teoría legislativa diga otra cosa, a pie de calle queda mucho por hacer). Como aquí las víctimas son mujeres muy mayoritariamente, la sociedad en su conjunto siempre ha mirado para otro lado. Pero yo creo que todo se andará.

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